Graciela Ralón
La fenomenología merleaupontyana nos conduce a los parajes de lo originario para mostrar cómo nosotros emergemos de un fondo de naturaleza salvaje sin romper nuestras ataduras con ese fondo que nos sostiene, porque nuestras vidas están envueltas “por estas brumas que se llaman mundo sensible o historia”. La noción de carne, que da la clave ontológica, expresa, como puede advertirse en estos estudios, un conjunto confuso de cuerpos y espíritus, una promiscuidad de rostros, de palabras, de acciones, una cohesión que no puede ser negada, porque ellos son diferencias, separaciones de “un mismo algo”. Al hablar de la primacía del mundo percibido no es lícito pensar en una escala de valores que le otorgaría a la percepción un lugar privilegiado. Las jerarquías suponen un punto de vista a partir del que se establecen prioridades. Para evitar esta problemática, ajena al pensamiento de Merleau-Ponty, se debe tener en cuenta que se trata de investigaciones concéntricas más que de investigaciones jerárquicas. La filosofía es la búsqueda del uno en el otro (Ineinander) o de las implicaciones paradojales como pasividad-espontaneidad, mundo natural-mundo social, pasado-presente, instituido-instituyente, matrices que han permitido dialogar con pensadores ya sea provenientes de la fenomenología o de otras áreas del conocimiento como la sociología o la psicología.
