Noé Baryn
La ficción puede devenir realidad o, al menos, asemejarse a ella. De hecho, en una épocacomo la nuestra, ¿qué no es concebible? Un robot femenino habla en el Parlamento británico, dos astrónomos de Harvard nos advierten que cierto asteroide podría ser tecnología extraterrestre, y los xenobots microscópicos ya están aquí. El futuro echa sus raíces en el presente y, por lo tanto, es posible —y legítimo— intentar vislumbrarlo. Pero, sin importar aquello que el tiempo nos depare, la violencia, el amor o la muerte siempre estarán presentes. La ciencia ficción, pues, busca sopesar las posibilidades de nuestro porvenir. Representa la libertad de imaginar y de compartir lo imaginado. Las dieciséis narraciones de este libro intentan tal cosa.