Juan Manuel Fernández Álvarez / Leopoldo Fernández Vilches / María José Macías Domínguez
Los estudios de la historia familiar, nacidos por el interés de aclarar el eterno dilema 'de dónde venimos y adónde vamos', induce a multitud de personas a indagar sobre los antepasados. Ante esta situación se comienza por preguntar a padres y abuelos nombres, oficios, anécdotas familiares, a encontrarse con documentos diversos que puede haber en cada casa, para luego ir a investigar en archivos civiles y eclesiásticos lo que a cada uno le interesa de su propia familia, iniciando así un árbol genealógico.Cuando se ha conseguido hacer acopio de papeles y de los respectivos nombres, se procede a tratar de identificar el grado de parentesco y de qué generación anterior estamos hablando. Luego, hay que intentar enumerar a los parientes, comenzando por uno mismo, o por los hijos, o por el más antiguo conocido, etc. para identificarlos siempre y he aquí que empiezan las dificultades.Ofrecemos en este trabajo un conjunto de sistemas de numeración genealógica que estimamos interesantes en cuanto a conocer o a manejar. Mucha gente está disconforme con los métodos más utilizados, mas no por ello podemos atribuirle poca validez, aunque bien es cierto que los hay algunos a nuestro juicio algo complicados y que necesitan ser entendidos con cierto grado de paciencia. Por otraparte, están los más universalmente utilizados, el que más es el conocido como Sosa-Stradonitz - ya hablaremos de éste- y que resuelve la numeración de muchas generaciones, aunque no señale explícitamente a cuál pertenece determinado antepasado. Cierto es que cuando llegamos a un elevado número de generaciones, los números a asignar son tan largos que cuesta leerlos. Una séptima generación tiene individuos con dos cifras, de la octava a la décima cuentan con tres, a partir de la undécima ya son cuatro, en la décimo cuarta tiene hasta cinco, que empieza en el número de ascendiente 8.192 y acaba en el 16.383. Cuando alcanzamos a recabar datos de la generación décimo séptima, esto es, últimos años del siglo XV y los primeros del XVI, leemos desde el 65.536 al 131.071. En la generación XX, empezamos a marearnos, puesto que incluye ancestros del siglo XIV, desde el524.288 al 1.048.575. No digamos si tenemos datos de la XXV, que termina en el individuo 33.554.431. Pocos tendrán el entusiasmo de seguir enumerando, si tienen parientes anteriores.Nosotros nos hemos planteado una situación especial, en la que intentábamos solucionar la unión de dos árboles, con 'pretendientes' de distinta generación. A esto le hemos llamado método de renumeración genealógica, conseguido con un cálculo matemático que permite confeccionar un árbol tanto de ascendientes como de descendientes.Deseamos que este material aquí reunido sea de utilidad y satisfaga las expectativas de los lectores. 10
