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Don Ignacio Caballero Puro, nacido en 1928, comenzó su trayectoria musical como niño cantor para más tarde cursar, en su juventud, la carrera de canto en el Real Conservatorio de Madrid, institución en la que termina dichos estudios en el año 1956. El siguiente año lo pasará en Roma, donde gracias a una beca perfeccionará sus conocimientos de didáctica del canto en el Conservatorio de Música Santa Cecilia, para finalmente obtener en 1963, de nuevo en el Conservatorio de Madrid, el título de Maestro de Canto. A pesar de unos comienzos prometedores con la compañía de Tamayo, que se ocupaba básicamente en la zarzuela, su carácter de hombre familiar le decide a volver a su Sevilla natal, donde desempeñará primero un trabajo como jefe comercial de una empresa de material de mecanografía, para luego ya en su sesentena ejercer como profesor de música en diversos institutos. Estos trabajos los compaginará con el oficio que en su familia se venía desempeñando de antiguo, el de cantor de iglesia. Este servicio lo ejerció desde unos profundos sentimientos religiosos a los que siempre se acogió y en los que halló consuelo y amparo a lo largo de su vida. Seise, maestro de canto y tenor, al fallecer el día 8 de enero de 2014 cerró una saga que remonta al menos a su abuelo, Ygnacio Caballero, cantor de capilla en la villa de Osuna en la segunda mitad del siglo xix, si bien hubo un José María Caballero, sochantre en la década de 1860 cuyo parentesco exacto con Ygnacio no podemos ya determinar. En esta estirpe de cantores, en los albores del xx, luce con brillo propio la figura, más destacada sin duda, de su hijo Francisco Caballero Fernández, padre de Ignacio, nacido en 1880 y fallecido en 1944, quien no sólo ejerció de tenor de iglesia, como gustaba firmar, sino que hizo sus pinitos en la escena, habiendo llegado a compartir en una ocasión, según contaba el maestro, velada con la eximia María Barrientos. También hay que nombrar junto a Ignacio a su hermano Francisco Caballero Puro (1921-1985), que fue organista.Al igual que otras capillas extravagantes de la época, el maestro Francisco Caballero poseía un archivo con el repertorio que esta ejecutaba en los distintos cultos y actos litúrgicos o paralitúrgicos a los que era llamada a participar. Este archivo conserva partituras desde la década de los años sesenta del siglo xix hasta mediados del siglo xx, habiendo aportado ejemplares a la misma las tres generaciones citadas. Su contenido refleja los usos y costumbres de la música litúrgica entonces en boga tanto en los cultos comunes de la Iglesia como en los promovidos por las hermandades: coplas de culto, misas, motetes, plegarias, arias de iglesia, letanías, misereres, Te Deum, Stabat Mater, Christus factus, alabados, despedidas, flores de mayo, salmos e himnos de horas canónicas.Edición de Antonio M. Bernalte Calle. 10