Ramón Cabezas de Herrera
Se podría decir que El regreso nace como una novela de barra, tomando una cerveza en una terraza de Madrid: frente a nosotros se encuentra una persona menuda, negra, que salmodia a Bob Marley mientras trata que alguien le escuche, a pesar de su escasa voz, esforzándose como un tenor cuando da el do de pecho. Nuestro protagonista canta y baila incansablemente por unas monedas que la gente le da para que se calle, aunque lo que consiguen es el efecto contrario: cada moneda que entra en su bolsillo le da más fuerza para continuar con su espectáculo. Observamos la representación con curiosidad y nos preguntamos cuál será la historia de este pequeño en estatura, un personaje que, engullido por los viandantes, se esfuerza para que su voz sobresalga en medio de la multitud. La novela narra su odisea para llegar a Europa a través de una ruta que describió un aventurero anónimo hace dos siglos.